domingo, diciembre 05, 2004

La ofrenda oblicua

Para representar un papel en esta obra, para representar un papel en cualquier lugar, es necesario a la vez estar inscrito en la lógica del rito, y precisamente para conducirse bien, para evitar faltas y transgresiones, ser, hasta cierto punto, capaz de analizarlo. Es necesario comprender sus normas e interpretar sus reglas de funcionamiento. (gracias Santa Iglesia! claro está!)
Con la amistad y también con la cortesía, habría un doble deber. ¿no consistiría acaso en evitar precisamente a toda costa tanto el lenguaje del rito como el lenguaje del deber? La duplicidad, el ser doble de este deber, no se contabiliza como 1 + 1 = 2, o como 1 + 2, sino que, al contrario, se precipita en un abismo infinito. Un gesto “de amistad” o “cortesía” no sería amigable ni cortés si obedeciera pura y simplemente a una regla ritual. Pero ese deber de escapar a la regla del decoro ritualizado ordena también ir más allá del lenguaje mismo del deber.
No se debe ser amigable o cortés por deber. "Nos aventuramos a semejante proposición, sin duda, en contra de Kant. ¿Entonces habría un deber de no actuar según el deber, ni conforme al deber como diría Kant (pflichtmässig), ni tampoco por deber (aus Pflicht) ?" ¿En qué nos endeudaría semejante deber, semejante contra-deber? ¿Con qué? ¿Con quién? Tomada seriamente en su forma de pregunta, esta hipótesis alcanzaría para dar vértigo. Haría temblar, y también paralizaría al borde del precipicio, allí donde se está solo, totalmente solo o ya requerido por un cuerpo a cuerpo con el otro, ese otro que en vano trataría de retenernos o precipitamos al vacío, de salvamos o de perdernos. Suponiendo (volveremos sobre ello) que en esa situación se tuviera alguna vez la posibilidad de elegir.
Quizá un lector crítico se sorprenda al ver asociados aquí regularmente la amistad y la cortesía, diferenciadas ambas por un solo rasgo del comportamiento ritual. Puesto que la hipótesis consistiría, para la cortesía, en la determinación aguda de este valor, se lo ligue o no con una u otra tradición cultural (occidental o no), se prescribe ir más allá de la regla, la norma, y por lo tanto, del rito. La contradicción interna del concepto de cortesía, como todo concepto normativo del cual sería el ejemplo, reside en que implica, a la vez, la regla, y también la invención sin regla. Su regla es que conozcamos la regla, pero que no nos atengamos a ella jamás. Es descortés ser solamente cortés, ser cortés por cortesía...
Tenemos entonces una regla, y esta es recurrente, estructural, general, es decir, cada vez singular y ejemplar: manda actuar de tal manera que no se actúe solamente por conformidad con la regla normativa, o tampoco, y en virtud de dicha regla, por mero respeto hacia ella.
Terminadas ya estas hermosas líneas sobre mi habitual comportar, debo admitir que he aprendido la lección más valiosa.
Es descortes ser cortes por cortesía. Desde hoy en adelante rompo el límite del rito y paso de la cortesía a la amistad. Valiosa lección que practicó Armando toda su vida para finalizarla describiendonos a todos los alegres rasgos de lo idiota.
Idiotas somos todos. Solo las organizaciones (secretas) nos harán salir a adelante. Manduco ya se encaminó con los cristianos. Juventud javeriana apiádate.
Creerse irreprochable jugando con la apariencia allí donde falta la intención: es el momento de abordar en concreto el problema de frente, de manera no oblicua: manada de farsantes rolos.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Irónica la razón, por decirlo menos, sin embargo plausible, como toda Edición. El problema no se concreta en el concepto: la cortesía, como bien anota, no nace de sí misma, ni para la conveniencia de su usuario, sino como consecuencia de la posible, eventual o voluntaria amistad. El camino de las relaciones se me antoja ya bastante escabroso para detenerse en la razón o el motivo, porque, igual que todos, será fatuo. (No olvidar El Mal: “... y lo que hacemos aquí es en vano”)

Importa el hecho, no el porqué de él, porque así será recibido, guiado, tolerado y, tal vez, amado. Pero no se trata esto de enredar la farsa, el rolo convencional es, en efecto, un farsante, como todos. ¿Acaso quien no ha faltado a la verdad? ¿Quién no acude al engaño, soslaya, roba y miente? ¿Piensa en la venganza de su vecino? ¿En su ropa colgada y sucia? La diferencia del rolo es que es, en una medida exacta, el que realiza el acto sin acoger ninguna responsabilidad, como si no lo hubiera cometido, escondiéndolo, pero saboreándolo. El rolo lo que es, es un hipócrita el hijueputa, por eso no merece cortesía, ni amistad, a pesar de ser igualmente un farsante.

Profiláctico dictado, lleno de ingenuidad, pero no pretendo discutir, solo lamentar la verdad. El rito…, el estado tangencial del alma del que obra sin razón, sin guía y profetisa mientras tanto. Mientras tanto celebro el paso a la amistad, otrora esquiva, porque para ella se pretendía el camino de la cortesía, como bien indica y ataca, para pasar ahora, y en mi exclusiva opinión, a un clima más cálido.

¿Entonces, porqué mantuvo ambos ritos?

De todos modos, creo, casi ciegamente, en el editor y valoro su opinión mas allá del horrendo sentimiento de desamparo. La soledad, la cortesía, la amistad, la ignorancia, el deseo y el resto se puede ir muy tranquilamente a “La Mierda”, (pequeño y céntrico hotel de Bogotá, en donde más vale tener fe en salir vivo, siempre y cuando guarde su santa seguridad en la noche mediante la postura de un colchón en la puerta).

Anónimo dijo...

Irónica la razón, por decirlo menos, sin embargo plausible, como toda Edición. El problema no se concreta en el concepto: la cortesía, como bien anota, no nace de sí misma, ni para la conveniencia de su usuario, sino como consecuencia de la posible, eventual o voluntaria amistad. El camino de las relaciones se me antoja ya bastante escabroso para detenerse en la razón o el motivo, porque, igual que todos, será fatuo. (No olvidar El Mal: “... y lo que hacemos aquí es en vano”)

Importa el hecho, no el porqué de él, porque así será recibido, guiado, tolerado y, tal vez, amado. Pero no se trata esto de enredar la farsa, el rolo convencional es, en efecto, un farsante, como todos. ¿Acaso quien no ha faltado a la verdad? ¿Quién no acude al engaño, soslaya, roba y miente? ¿Piensa en la venganza de su vecino? ¿En su ropa colgada y sucia? La diferencia del rolo es que es, en una medida exacta, el que realiza el acto sin acoger ninguna responsabilidad, como si no lo hubiera cometido, escondiéndolo, pero saboreándolo. El rolo lo que es, es un hipócrita el hijueputa, por eso no merece cortesía, ni amistad, a pesar de ser, igualmente, un farsante.

Profiláctico dictado, lleno de ingenuidad, pero no pretendo discutir, solo lamentar la verdad. El rito…, el estado tangencial del alma del que obra sin razón, sin guía y profetisa mientras tanto. Mientras tanto celebro el paso a la amistad, otrora esquiva, porque para ella se pretendía el camino de la cortesía, como bien indica y ataca, para pasar ahora, y en mi exclusiva opinión, a un clima más cálido.

¿Entonces, porqué mantener ambos ritos? ¿Porqué representar un papel en esta obra? ¿En cualquier lugar? ¿En todos los lugares?

De todos modos, creo, casi ciegamente, en el editor y valoro su opinión mas allá del horrendo sentimiento de desamparo.

La soledad, la cortesía, la amistad, la ignorancia, el deseo y el resto se puede ir muy tranquilamente a “La Mierda”, (pequeño y céntrico hotel de Bogotá, en donde más vale tener fe en salir vivo, siempre y cuando guarde su santa seguridad en la noche mediante la postura de un colchón en la puerta).

rata de chapinero dijo...

Aunque hace ya más de un año no me leo un libro y mi lenguaje se debe componer de pocas palabras (aproximadamente 100), mi papel de persona en vacaciones me hace temeraria en este caso.
Sin embarcarnos en regionalismos puedo percibir que la decisión al momento de actuar debería ser la naturalidad. Las pretenciones y el pudor son creación estorbosa y entre mis planes no está el revisar La Urbanidad de Carreño.
Así que adopto un este aforismo::::

"Es descortes ser cortes por cortesía"
¡¡gracias por esta nueva sentencia!!