jueves, marzo 15, 2007

I. El miedo

Por: Dr. Kosta Brava
Especialista en Psiquiatría

Anunciado por los editores en la introducción anterior hoy comenzamos nuestro estudio del funcionalismo de los sentimientos con el miedo.

El miedo, estudiado por la psiquiatría como el monstruo más oscuro del alma ha sido, sorprendentemente, instrumento de la lucha por el poder desde tiempos inmemoriales. En la búsqueda del dominio de los semejantes el hombre encontró en el miedo la herramienta más eficaz.

Los primeros seres humanos experimentaban ciertos terrores inherentes a la especie.
El miedo a lo desconocido, a los fenómenos meteorológicos, a los cataclismos, a los elementos descontrolados, a las erupciones volcánicas, a las fieras salvajes, etc. Ese miedo tan natural fue convenientemente aprovechado por caciques jefes de clan, hechiceros, y cualquier otra forma que aspirara el poder.

Fue así que nada costo inventar mitos y leyendas adecuados, no solo para explicar lo inexplicable, sino también para infundir terror en los súbditos. Aquí se sentaron las primeras bases para lo que posteriormente de una manera sofisticada se llamó “Contrato Social”

No en vano el príncipe y el sacerdote han sido los símbolos tradicionales de un poder sustentado en el miedo. El miedo a la represión estatal por un lado, y miedo al castigo divino por otro. Por eso, todo cuestionamiento al statu-quo sacrosanto y a las verdades reveladas impuestas por ambas figuras fue sistemáticamente combatida a sangre y fuego. Así marcharon a la horca o a la hoguera los transgresores; subversivos en un caso y herejes en otro; sin contar que muchas veces ambas condiciones se confundían en una muestra elocuente de la connivencia entre el príncipe y el sacerdote.

Siempre la amenaza, la amenaza de la prisión, o del cadalso y la del sufrimiento eterno en el mas allá. Fíjese hasta qué punto estarán ligados y confundidos los miedos a la autoridad política y a la autoridad divina que para asustar a los ciudadanos y justificar sus arbitrariedades, los gobernantes hablan "del eje del mal", de Satán de los dos demonios .....

Sin embargo, el miedo a la acracia es mas fuerte. Por eso Erich Fromm describió hace muchos años la gran paradoja: "el miedo a la libertad". Ese terror supremo del ser humano que hace posible preferir el sometimiento a una autoridad cualquiera antes que afrontar los riesgos de la intemperie.

El miedo, buen aliado de los mandamases, desde el padre padrón que "inocentemente" recurre al "coco" para obligar a su vástago a tomar la sopa hasta el gobernante sensato que "prudentemente" advierte a su pueblo del peligro de la inflación para negar un aumento de sueldos. Infundir miedo entre sus subordinados es el recurso predilecto de quienes tienen la sartén por el mango y de alguna manera ejercen un cierto poder.

El miedo a perder el paraíso, o un cierto status, o la democracia recién recuperada , puede llegar a ser tan fuerte como el causado por un huracán o un terremoto. La historia de las siete plagas de Egipto en caso de desobedecer está siempre latente. El “coco” de la dominación marxista esta actualmente un poco gastado y devaluado, entonces el discurso golpista, el quiebre institucional y el terrorismo son los nuevos paradigmas de la clase gobernante y sustitutos mas creíbles.

Del mismo modo el imperialismo tuvo que buscar otro coco una vez caído el que tan buenos réditos le había dado durante la guerra fría. La casa blanca se las ingenio para asustar a su pueblo, especialmente predispuesto a creerse los cuentos mas inverosímiles, como el que invento Orson Welles trasmitiendo por radio la invasión de los marcianos.

Así que crearon la hidra moderna cuyos pagos se hallan en el medio oriente. Tanto hicieron provocándola que al final lograron que se enojara y estrellara unos aviones. El asunto le vino al pelo al imperio, y los asesores de Bush supieron aprovechar la circunstancia como un modelo de aterrorizar a la gente otra vez. La política es el arte de lo posible, debemos ser realistas, pragmáticos y sensatos: “cuidado con el populismo irresponsable” nos dicen!. En definitiva, no se pretende otra cosa que meternos miedo; miedo a lo bueno por conocer y así preferir lo malo conocido.

Todas estas consideraciones están basadas en la estrategia dominante de la clase gobernante .El mecanismo discursivo de la clase de poder que ocupa el Estado se asocia siempre a los miedos de la sociedad que comanda la noción de caos, revolución terrorismo, comunistas, emigrantes, apátridas, catastrosfismo secundario, desequilibrio fiscal, hiperinflación, pobreza, hambre, devaluación, conflictividad…

Los mismos fantasmas con distintas sabanas, o si se prefiere nuevos cocos para los eternos imbéciles.