
Con motivo del décimo aniversario de la muerte de Alvaro Gómez Hurtado, el Politburó del Partido Acción Simbólica y el Comité de Redaccion de Ediciones Clínicas, en conjunto con las cenizas del Movimiento de Salvacion Nacional, publican las siguientes palabras a manera de 'in memoriam':
La historia de Alvaro Gómez Hurtado es la fábula de aquel déspota ilustrado que jamás pudo ejercer el poder que merecía. Ilustre ciudadano, eterno candidato, buen príncipe que nunca contó con el favor de las torpes mayorías; su dramática partida se dio en las condiciones que todos conocemos -a sangre y a fuego- y significó el final de toda una era política en la historia nacional.
Diez años después, a medida que la vida y obra del Sr. Gómez Hurtado se aleja en el mar de nuestra memoria, su figura surte tanto en simpatizantes como en opositores el mismo efecto que un cuadro impresionista puesto en perspectiva. Palmo a palmo descubrimos y vemos cómo su persona era el retrato mismo del estadista. Le cabía en la cabeza la idea del Estado. Había crecido con ella, jugando en palacios con globos terráqueos. Tenía una cultura amplia y un pensamiento estructurado y, además de eso, tenía una pluma, con la que en alguna ocasión escribió un libro graciosamente titulado "Soy libre", e incluso la palabra 'lumpenproletariado'. Era caricaturista de vez en cuando y los fines de semana le gustaba dibujar caballos.
Todo esto para describir ese espíritu elevado, que de haber resultado favorecido por los dados democráticos se hubiera comportado no como un vil capataz sino como un real Jefe de Estado. Aquel hombre que incluso entre sus detractores inspiraba alguna forma de admiración intelectual y respeto en vez de folclor y simple miedo.
Nos preguntamos: ¿Todavía queda algún espacio para la confrontación de ideas en esta patria loba? Basta leer un par de comentarios en los foros de 'El Tiempo' para echarse a llorar y admitir que hemos tocado fondo. Los partidos son pandillas políticas sin programas ni ideales, los prohombres han desaparecido y han sido reemplazados por tecnócratas de cuello blanco con corbatas de papel higiénico. "República bananera, democracia de verduleras", tal como lo sentencia el grafitti de la Cr. 7, consciente de qué es lo que da la tierrita.
Por su parte, en noble labor idealista, 'El Nuevo Siglo' sigue repartiendo "el pensamiento de Alvaro Gómez" todas las mañanas -en estampitas coleccionables- seguidas de la leyenda "10 años de su asesinato impune". Desde el Tribunal de la Historia, pensamos que al fin y al cabo poco importa que el crimen quede impune, pues finalmente el talión es un recurso juridico de la canallada y nuestro cliente no es ni perdedor malo ni machito santandereano.
Las décadas pasan y la muerte sigue ahí, a la vuelta de la esquina. A unos los coge en haciendo proselitismo en Soacha, a otros después del desayuno, rumbo a su cátedra matutina. Pasa el tiempo y el candidato presidencial liberal (q.e.p.d) ahora aparece en los bluyines del mequetrefe de Carlos Vives. ¡Vaya orgullo patrio! En cuanto a nuestro Alvaro (r.i.p.), por ahí le hicieron un busto patricio, algo más discreto. A sabiendas de lo fácil que es hablar bien de los muertos, y hacer santos de mártires cualquiera, no nos extenderemos más. Por hoy, sólo queríamos criticar a los vivos y recordar con afecto a Alvaro Gomez Hurtado.
Si desea, puede firmar desde ahora la petición que enviaremos al Panteón para que el Sr. Gómez Hurtado le jale las patas a su tocayo en Palacio el dia de la reelección. En nombre de nuestros hijos y ancestros se lo agradeceremos.









Sólo quienes entienden que es necesario sentir el menor interés por vivir han comprendido que la necesidad y la ambición son los motores fundamentales de la fugacidad de las sensaciones y de lo efímero de los sentimientos, características básicas del pensamiento mundano que constantemente amenazan con la defraudación de la expectativa que hace surgir una determinación acerca de una postura individual al interior de una relación cercana: el precario sentido que rápidamente se forma con la indulgencia desenfrenada de las pasiones y con la extirpación autocomplaciente de las culpas se esfuma entre los dedos de quien, movido por la estupidez y por la deslealtad propias del mezquino y obtuso común denominador, ha sido deslumbrado por el espejismo del espectáculo vulgar de salidas fáciles que ofrecen a precios módicos una emulación triste y deformada de la felicidad o una tajante estafa remedo de paliativo. En últimas, esta plausible falta de carácter y entereza no es más que una traición al propio 'yo', la imposición de una falsa personalidad sobre una ausencia de personalidad que aplaca en forma mediocre aquella angustia impostergable, compuesta por el aburrimiento y la desazón constantes que son pulsión fundamental de vida: la fuente de la luz que nos hace seres repetibles pero con defectos particulares de fabricación cede a la oscuridad de una experiencia sensorial perpetuada sin interés serio ni legítimo, obligándonos a ser partícipes de una denigrante deformación de la humanidad en el concepto de 'persona'. Cuando la liberación de los instintos básicos parecía ser la consigna de la auténtica emancipación, hoy en día esa satisfacción sensorial ha degenerado en una subyugación subjetiva casi anhedónica, contraria a la identidad. Los individuos han dejado de encontrar significado en sus deseos y aspiraciones debido a la represión que ejerce la materialización de la emotividad, que impunemente ha logrado permear cada estamento de la cultura, desconociendo que esa emotividad sólo puede ser aprehendida en instantes mínimos en los que conocemos la verdadera belleza: la belleza de ser idea.
El oro siempre será el oro. Sin embargo, ¿son el mismo oro el de coronas y museos y el de bóvedas y bancos? Hay en el mundo algunas cosas cuyo blasón honra la pátina de la Historia: son aquellas cosas susceptibles de valor simbólico. El valor simbólico, único verdadero producto social, al que nuestras manos e imaginarios se entregan con placer y sin saberlo, es sin lugar a dudas la fuente de la belleza de este mundo. Sin él, la humanidad es tan grotesca como una toalla higiénica de 5 millones de años o semen en un lavamanos.
Una guía práctica de Ediciones Clínicas para aquellos maduritos con síndrome de James Dean agravado por la geriatricidad y la ridiculez desaforadas:

